El pasado lunes me sorprendí con un
artículo publicado en EL PAIS firmado por un conjunto de catedráticos universitarios y de educación secundaria especialistas de los campos o contenidos científicos de las materias o asignaturas escolares (matemáticas, filosofía, lengua, derecho, …). Dicho artículo era respuesta a
otro publicado semanas antes en el mismo periódico y firmado también por otros expertos universitarios y de la educación. Éste último también era una réplica a una declaración realizada por la Junta de Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid en contra del futuro Máster de formación del profesorado de educación secundaria.
ADENDA: Hoy lunes, 15 de diciembre, una semana después del artículo que ha motivado este post, se ha publicado también en el periódico EL PAIS otro texto titulado «En defensa de la Pedagogía» firmado por el prof. Gimeno y otros colegas de mi campo de conocimiento como contraréplica al citado artículo.
Es una polémica que viene de antiguo, pero que en los actuales tiempos de reorganización de los planes de estudio universitarios ha cobrado fuerza y proyección pública en España. En el fondo es un debate sobre quién tiene que encargarse de la formación de los futuros docentes de educación secundaria que, en el contexto español, adoptará la forma de un Máster. Una posición defiende que no hace falta formación pedagógica para ser profesor ya que lo relevante es la formación disciplinar de los futuros profesores. Se piensa que dominando el cuerpo o campo científico de una materia o asignatura, con la experienciecia, se logrará ser un buen profesor y que dominando el contenido se podrá explicar mejor a los estudiantes. La otra postura argumenta que además de conocer la disciplina hace falta conocimiento pedagogico y curricular para poder ejercer adecuadamente la «profesión de profesor». Es decir, una cosa es ser un experto disciplinar y otra es saber transformar ese conocimiento científico en un conocimiento compresible al alumnado sabiendo crear condiciones o situaciones de aprendizaje. Ser profesor implica necesariamente, conocer y dominar el contenido científico, pero también conocer y dominar el conocimiento pedagógico.
Mi posición al respecto es clara y nítida. Por algo soy pedagogo.
El docente es un perfil o ejercicio profesional reconocido socialmente desde hace más de un siglo y está nítidamente diferenciado del biólogo, historiador, abogado o médico. Un licenciado en Biología se supone que se forma en la Facultad de Biología para ejercer la profesión de biólogo. Un licenciado en Historia, para ser historiador. Un licenciado en Derecho en la Facultad de Derecho para ser abogado. Un licenciado en Medicina para ser médico, y así en casi todas las titulaciones. Unas tienen más claro su perfil de actuación profesional para el acceso al mercado de trabajo, y otras presentan más dificultades para ejercer un oficio relacionado con su titulación. Por ello, muchos titulados buscan trabajo en el sistema escolar. Por esta razón, si se quiere ejercer esta profesión, debe acudirse a la Facultad correspondiente de formación de profesores.
Las universidades tienen centros específicos para la formación del profesorado (antes eran las Escuelas de Magisterio y los ICEs, ahora son las Facultades de Educación) donde se le prepara para que tenga un conocimiento profesional para enseñar en el contexto escolar. Por ello, el título que habilita para ejercer la actividad laboral de docente de educación secundaria adopta la forma de Máster y se debe desarrollar en la Facultad de Educación. Creo que es de sentido común. ¿O no?
Todo esto viene a cuento de la lectura en el
blog de Jordi Adell de post titulado
Pensamiento simplón en el que opina sobre el referido artículo publicado el lunes en EL PAIS y que no me resisto a incorparlo al título de este mensaje. Al leerlo me recordó un libro que hace más de quince años atrás escribieron mis colegas y amigos Fernando Hernández y Juana Sancho que de forma certera titularon
Para enseñar no basta con saber la asignatura. Toda una declaración de principios sobre la profesión docente.
Adenda: Hoy 16 de diciembre, Juan de Pablos en su blog también ha publicado un comentario sobre estos temas titulado Panfletos contra la Pedagogía
P.D. Es curioso cómo el principal (y casi único) argumento contra la formación pedagógica de los futuros profesores de educación secundaria es que «sin saber el contenido éste no puede enseñarse».
Quisiera decirlo alto y claro: Nadie discute que un docente tiene que dominar la materia disciplinar y que es imprescindible esta formación científica. Sin saber matemáticas, historia o biología no se puede enseñar adecuadamente matemáticas, historia o biología. Se supone que un titulado en Matemáticas al finalizar la carrera sabe contenido matemático. Lo mismo el titulado en Historia estará formado en conocimiento histórico, el licenciado en Biología, sabrá biología, etc.
Lo único que se defiende es que además de la formación en el contenido científico (obtenida en la Facultad correspondiente) un futuro profesor debe también recibir la formación adecuada para el desempeño de las tareas profesionales de la docencia. Ello requiere conocimiento curricular y didáctico, psicológico, de organización escolar, de uso educativo de las TIC, etc. etc. Una formación que es habitual y que nadie discute en Europa y en cualquier país con un sistema educativo de calidad.
Para enseñar no basta con saber con saber la asignatura: claro que no. Pero para enseñar, lo primero es saber lo que se enseña.
Sin eso no vamos a ninguna parte.
Creo ver una contradicción en tu argumento, Manuel.
Si, en tu opinión, el docente es un «perfil o ejercicio profesional», diferenciado del resto, lo lógico (en la lógica «boloñesa») sería que existiera un grado que preparara para la actividad profesional de docente, y no un posgrado, ya que son los grados (en esa lógica «boloñesa») los que preparan al alumnado para el mercado laboral.
Siendo, como propones, perfiles profesionales distintos, un grado de Biología prepara para ejercer la profesión de biólogo; un grado de Historia, para ser historiador; un grado en Derecho para ser abogado; un grado en Medicina para ser médico… y un grado en Pedagogía (?), Educación (?) para ser profesor.
Ahora bien, nuestros flamantes graduados sabrían enseñar, pero no tendrían nada que enseñar. Menudo panorama.
estimado ricardo
no veo la contradicción
el grado (al igual que ocurre con la licenciatura), como bien dices, permite el acceso al mercado laboral…….. por eso, el titulado de grado de biología puede ejercer como biólogo, el de derecho como abogado, etc.
el título de grado de pedagogía no está diseñado para ejercer la profesión de docente, sino la de «pedagogo» (que aunque tengan muchos elementos en común con los docentes, son distintos)…… Un profesor enseña a alumnos una materia escolar. Un pedagogo analiza e interviene sobre problemas educativos de diversa naturaleza (sujetos con dificultades de aprendizaje, creacion de materiales didácticos, educación de adultos, educación no formal, formación en empresa, asesoramiento psicopedagógico, etc.)
el problema que he planteado se refiere a que si los titulados de grado quieren ejercer la profesión de profesor en la educación secundaria entonces tienen que recibir una formación complementaria a la recibida en el grado, lo que significa realizar un Máster (que es profesionalizante)
en definitiva, lo que he planteado, es que para ser un profesor, sea del nivel educativo que sea (infantil, primaria, secundaria o superior) no basta solo con saberse el contenido de la disciplina que se enseñe. Hace falta también otro tipo de conocimieno vinculado con la planificación didáctica, con las estrategias y métodos de enseñanza, con los procesos evaluativos del aprendizaje, con la organización escolar, etc.
Creo que, en buena medida, parte del fracaso escolar en secundaria obligatoria (30%) se debe a esta falta de formación pedagógica del profesorado. No dudo de su dominio disciplinar en las diferentes áreas, pero enseñar hoy en día a la heterogénea diversidad de nuestras aulas es algo más que trnsmitir conocimientos vía pizarra, lápiz y papel a quien los pueda pillar y derivar el resto a las clase de refuerzo y apoio educativos, atendidas, por cierto, por personal con formación psicopedagógica. El reto de la esseñanza, al menos en la secundaria obligatoria, consiste en ser capaces de ajustar la intervención educativa a la individualidad y para ello se precisa de toda la formación posible, incluída la psicopedagógica, por supuesto.
Un saludo.
José R. Vidal
Creo que la necesidad de un saber pedagógico por parte del profesorado es fundamental. No basta con sólo haber estudiado un área determinada como biología, por poner ejemplo. El problema yo lo veo por la línea que pretende el plan de Bolonia de mercantilizar aún más la educación haciendo que muchas personas no puedan acceder a esos posgrados que se piden.