De su lectura me ha llamado la atención tres cosas:
Una es que siguen confiando en que el libro de texto en papel no desaparecerá en los próximos años como muchos expertos auguran. Como ya he expresado en este blog, tengo mis dudas y sospecho que los libros de texto -tal como hasta la fecha han sido concebidos- se transformarán irremediablemente como está sucediendo con otros bienes culturales analógicos -discos, fotografías, cartas, etc.- Estoy convencido que en pocos años dejaremos de ver a los chicos y chicas con mochilas cargadas de libros en papel. Tiempo al tiempo, aunque compruebo, una vez más, que las editoriales se resisten a considerar esta hipótesis.
La otra, es que reconocen que el proyecto AGREGA -destinado a centralizar en una gran base de datos los materiales educativos digitales y que impulsa el Ministerio junto con las Comunidades Autónomas- les va a perjudicar. En ese sentido critican que las administraciones educativas sean creadoras y difusoras de contenidos educativos on line de forma gratuita. Afirman que si los materiales son elaborados por las empresas privadas, como son estas editoriales, tendrán más calidad. Mi opinión, al respecto, difiere mucho ya que eso es más una creencia o defensa de intereses que un hecho constatado. Al menos es discutible que lo elaborado desde el ámbito privado sea de más calidad que lo creado por los profesionales educativos de lo público.
Finalmente estos representates editoriales destacan la necesidad del copyright y de que haya que pagar por los derechos de autor frente a la gratuidad de los materiales existentes on line. Bueno, parece lógico que piensen así porque si no, no tendrán negocio…. pero, la realidad del ciberespacio es bien distinta de lo que hasta hace poco ha sido la realidad analógica de los materiales didácticos.
En fin, es una lectura interesante y hay mucho que debatir.
Que continúen los libros de texto siendo los principales materiales curriculares depende mucho de las administraciones:
En Aragón el programa de gratuidad de libros tiene dos opciones:
Opción A, el profesor elige un libro de una editorial, que estará vigente durante cuatro cursos.
Opción B, para profesores que no trabajen con libro de texto, deben de presentar un proyecto de creación de materiales y el dinero correspondiente se puede gastar solamente en material de consulta.
Está claro quien se beneficia económicamente con la opción A. Con la opción B sólo hay un perjuicio en forma de inversión de tiempo para el profesor que la elija.
Con todo hay «locos» como yo que nos parece mejor confeccionar los materiales aunque invirtamos mucho tiempo:
http://www.catedu.es/aratecno
A mí del reportaje me ha llamado la atención este párrafo:
Manuela Lara Lara. Yo también pienso que el libro de texto sigue siendo el eje central de la clase, porque al final lo que hace el profesor es seguir prácticamente el planteamiento del libro, que hace una interpretación que él no sabe o que no tiene tiempo.»
Muchos profesores usan el libro de texto como tabla de salvación: reconozco que si a mí me ponen a dar clase de una materia que no es mi especialidad, lo que ponga el libro de texto va a ir a misa.
Pero no me gusta que sea así, quisiera que mis hijas fueran a clase con la mochila virtual, es decir con todo en un pen-drive.
A mis alumnos/as de griego me gusta presentarles la asignatura con los materiales que encuentro aquí y alli, gracias a http://www.chironweb.org e intentar ser yo la que les dé la coherencia curricular.
Es un tema clave, sintomático que cómo entendemos esto de enseñar.