Este fin de semana, de modo azaroso, tropecé en mi biblioteca personal con el libro TECNÓPOLIS. La rendición de la cultura a la tecnología de Neil Postman(1931-2003). Era un texto que había leído hacía más de diez años atrás y de una forma u otra siempre me ha acompañado (lo he citado en varias ocasiones en lo que he publicado), pero al que no había vuelto a consultar desde entonces.
Tecnópolis fue un libro que, en ciertos ambientes intelectuales tuvo cierta difusión. Por ejemplo Luis Racionero, en el periódico EL MUNDO, publicó una reseña del libro. También puede verse otra reseña en la publicación digital EN PAPEL. Yo lo leí allá por el año 95 (es decir, a mediados de la década pasada) y fue uno de los libros que más me impactó y me hizo reflexionar sobre el avance científico-tecnológico que se estaba produciendo.
En aquel momento vivíamos un periódo absolutamente deslumbrante en los avances de la informática y las telecomunicaciones. Había aparecido Internet, aunque era cosa de inciados y el gran público lo desconocía. Me llamaba la atención de que les hablaba a mis colegas universitarios y amigos diversos de que tenía una cosa llamada correo electrónico, y de que a través del ordenador podía obtener documentos de otras partes del mundo, pero no sabían de que les hablaba. También en ese periodo la adminsitración norteamericana de Clinton/Gore había apostado decididamente por impulsar las denominadas «autopistas de la información», es decir, Internet. Empezaban a publicarse revistas informáticas que hablaban del tema y las primeras empresas .com comenzaron a crearse.
Era un tiempo de optimismo tecnológico, de fascinación por la digitalización, de sobreconfianza en que las nuevas máquinas nos llevarían a un mundo de mayor bienestar. Por todas partes se pregonaba la buena nueva de que las tecnologías de la información y comunicación eran la panecea para los problemas sociales y económicos de forma que una nueva etapa histórica se estaba abriendo en nuestra civilización. Este tiempo de ingenuidad y de inocencia se truncó bruscamente con la crisis del año 2000 de las empresas .com, y sobre todo, por los atentados del 11 S en Nueva York y Washington.
El libro de Postman me abrió fisuras (que ya no se cerraron) en mi visión sobre el progreso tecnológico. Desde entonces vi sombras oscuras en cada avance digital y ello me permitó matener una posición, muy útil, de escepticismo racional hacia las TICs que renuevo permanentemente ante los cantos de sirena que nos llegan ante cada nuevo invento digital.
Agarré el libro y me fui a una cafetería. Volví a abrir sus páginas y enseguí sentí la fuerza de las palabras que, hace una década me sorprendieron. Me llamó la atención de que en ningún momento nombra a Internet. Sencillamente porque cuando el autor lo escribió, no existía. Lo cual me hice pensar en la velocidad de los cambios tecnológicos y sociales (el libro origalmente fue publicado en inglés en 1992, y en España en 1994).
Seguramente las tesis de Postman de que hemos renunciado a controlar culturalmente la tecnología, para que sea ésta la que imponga sus valores e intereses sobre nuestra forma de vida social se han ratificado a lo largo de la última década. Tecnópolis es este nuevo modelo de sociedad donde el centro es la propia tecnología, y no el ser humano.
Qusiera finalizar este mensaje con algunas palabras del propio Postman tomadas hacia el final del libro:
«En este vacío entra el relato de Tecnópolis, con su énfasis en el progreso sin límites, en derechos sin responsabilidades y en tecnología sin costos. El relato de Tecnópolis carece de centro moral. En su lugar coloca la eficacia, el interés y el avance económico. Promete el cielo en la tierra gracias a las ventajas del progreso tecnológico. Descarta todos los símbolos y narraciones tradicionales que sugieren estabilidad y disciplina, y habla, en su lugar, de una vida de técnicas, pericias mecánicas y del éxtasis del consumo. Su objetivo es producir funcionarios para una Tecnópolis en curso.» (pg. 231).
Hola Manuel, soy una alumna de la facultad de educación de la ULL. He llegado hasta esta entrada de tu web por pura casualidad; buscaba en el google el libro de Neil Postman, ya que estoy investigando un poco a cerca de la sociedad tecnocrática, y decididamente voy a leerlo! Ya comentaré qué me ha parecido. Un saludo