Cuando nació la institución escolar en el siglo XIX la cultura se transmitía exclusivamente a través de obras impresas, era accesible solamente a una minoría ilustrada de la población, consistía en una actividad de creatividad individual y artesana, y los libros eran casi inexistentes en la mayor parte de los hogares. Pero hoy en día la cultura es multimediática, está destinada para el consumo en masa, se genera y difunde como un mercancía industrial y los hogares están inundados de tecnologías diversas. Cuando nació la escuela un niño apenas tenía noticia de lo que sucedía más allá de la puerta de su casa o del pueblo en el que vivía, pero hoy en día está sometido a un bombardeo permanente de datos sobre lo que sucede en el mundo. Cuando nació la escuela, se pensaba que existían certezas y conocimientos impermeables al paso del tiempo y el espacio. Hoy en día la única certeza es el relativismo del saber y de la existencia. Desde que nació la escuela, hace casi doscientos años hasta la actualidad, el libro de texto era el material escolar por excelencia. Hoy en día los ordenadores o computadoras han empezado a entrar en las aulas y probablemente la escuela ya nunca más será como lo fue hasta ahora.
Los tiempos han cambiado y vivimos un periodo o etapa histórica en las que se imponen formas y contenidos culturales transmitidos a través de medios no impresos. El panorama actual, en este inicio del siglo XXI, representa un escenario radicalmente distinto al existente en la llamada sociedad industrial. En el último cuarto del siglo XX, con el desarrollo de la tecnología audiovisual e informática han surgido nuevas formas de expresión y difusión de la cultura vehiculada a través de códigos de representación distintos del textual y a través de medios o soportes técnicos que no son impresos, sino de naturaleza electrónica. Los hipertextos, los gráficos en 3D, los mundos virtuales, los videoclips, las simulaciones, la comunicación en tiempo real y simultánea entre varios sujetos a través de un ordenador, la videoconferencia, los mensajes y correos escritos a través de telefonía móvil o de Internet, la navegación a través de la WWW, la presentación multimedia mediante diapositivas digitales, entre otras muchas formas, representan un caleidoscopio de códigos expresivos y acciones comunicativas bien diferenciadas de lo que es la comunicación a través de la escritura y lectura en documentos de papel.
Estas tecnologías configuran lo que se llama «cultura digital» que implican, nuevas formas de organización y procesamiento del conocimiento más flexibles, interactivas y que reclaman, a su vez, nuevos modelos de enseñanza y de materiales didácticos (Burbulles y Callister, 2001). El conjunto de estas tecnologías digitales presentan una serie de rasgos que las diferencian netamente de las impresas (libros, fichas, enciclopedias, cómics, …) como son:
a) Permiten el acceso a una gran cantidad de información sobre un mismo tópico o tema evitando su dispersión en distintos medios y en diferentes lugares. De este modo, cualquier usuario accede a la información que necesita sin necesidad de desplazarse físicamente ni invertir gran cantidad de tiempo en buscarla; la tecnología informática, a diferencia de la impresa o el soporte audiovisual, permite manipular, almacenar, distribuir y recuperar con gran facilidad y rapidez grandes volúmenes de información. Frente a las limitaciones y dificultades de acceso a la información que imponen los libros o los vídeos – ya que éstos tienen que estar disponibles físicamente en el aula o centro para que puedan ser utilizados por el alumnado en el tiempo escolar-, Internet y los discos digitales son recursos que distribuyen y/o almacenan ingentes cantidades de datos (en formato documento de lectura, en imágenes fija, en esquemas y gráficos, en imágenes en movimiento, en sonidos, etc.) susceptibles de ser empleadas en un proceso de aprendizaje que requiera del alumnado las habilidades o capacidades de uso inteligente de la información.
b) La información se representa de forma multimediada, en el sentido de que integran las modalidades simbólicas de los distintos lenguajes de comunicación: textos, imágenes, sonido, gráficos. Ello redunda en el aumento de la motivación de los usuarios ya que este formato de presentación de la información suele ser más atractivo y facilita la comprensión de los mensajes.
c) El formato de organización y manipulación de la información es hipertextual. Frente a las formas tradicionales de acceso a la información que son secuenciales – por ejemplo, la visualización de una película, o la lectura de un libro- las llamadas tecnologías digitales almacenan la información de modo tal que no existe una única secuencia de acceso a la misma, sino que las distintas unidades o segmentos de información están entrelazados a través de nodos similares a una red. El texto impreso por sus características físicas consistentes en una hoja pegada tras otra, junto con los rasgos específicos de la escritura (lectura de una palabra tras otra de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo) representa una forma narrativa del discurso de naturaleza lineal ordenando la información, y en consecuencia, la lectura, bajo una secuencia en que cada unidad informativa tiene un antecedente y un consecuente de modo que si se altera ese orden se modifica la coherencia semántica del discurso. De modo similar ocurre con los documentos o textos audiovisuales (una película, un documental, un telefilm). Una imagen transcurre tras otra, una secuencia es anterior y posterior a otra, de modo que si se altera el orden en la visualización del audiovisual se rompe el significado del mismo.
d) Posibilitan la comunicación interpersonal tanto en tiempo real como diferido. Servicios como el correo electrónico, el chat, la videoconferencia, los foros de debate telemáticos, …, son instrumentos de comunicación que, junto a la telefonía móvil, están incrementando la cantidad de tiempo y de intercambio de información entre unos individuos y otros independientemente del tiempo y el espacio.
Estas nuevas formas de codificar la información, de representarla a través de símbolos e imágenes en movimiento, de almacenarla y reproducirla utilizando máquinas electrónicas indudablemente son muy diferentes a la que posibilita la tecnología impresa. Los nuevos rasgos que aportan estos materiales didácticos electrónicos son el multimedia, la interactividad, la hipertextualidad y la comunicación a distancia de modo permanente.
Estos materiales didácticos distribuidos a través de Internet se caracterizan porque la secuencia de acceso y recorrido por la información es variable –depende de cada sujeto-, y sobre todo, por la incorporación de elementos multimedia –textos, imágenes, sonidos, gráficos, secuencias de vídeo, etc-. Si a ello añadimos la posibilidad de conectar entre sí un determinado material con otros textos o documentos ubicados en distintos ordenadores mediante una red telemática entonces la potencialidad educativa del material se incrementa de forma notoria. En consecuencia, este tipo de materiales suelen facilitar el desarrollo de una secuencia de aprendizaje más flexible y abierta, suelen resultar más motivantes, y ofrecen una enorme cantidad de posibilidades para el trabajo autónomo del alumnado ya que el alumnado interactúa sobre un material caracterizado por la hipertextualidad organizativa de su información y por sus atributos multimedia.
Los alumnos pueden acceder de forma instantánea a ingentes cantidades de materiales, lo que implica el desarrollo de nuevas capacidades cognitivas. La hiperabundancia de información exige disponer de criterios de selección y destrezas de recuperación y análisis de la información. La capacidad de control autónomo implica la posibilidad de navegar por los hiperdocumentos, construyendo al mismo tiempo estructuras cognitivas propias, basadas en las asociaciones y conexiones conceptuales por las que se transita lo que exige al alumnado un conjunto de competencias intelectuales que les permita realizar búsquedas de información, contrastar y seleccionar los datos encontrados, analizarlos, compararlos y/o reconstruirlos.
Sin embargo, el peligro está en que la navegación por Internet puede ser también un paseo sin rumbo, entretenido pero sin ningún tipo de beneficio cognitivo, o que se reduzca a “copiar y pegar” mecánicamente de unos documentos a otros sin el análisis y reflexión necesaria.
El alumnado aprenderá con este tipo de materiales si planificamos y ponemos en práctica actividades que demanden al alumnado elaborar o construir el conocimiento en el sentido de que sea él quien tenga que tomar las decisiones adecuadas para resolver un determinado problema. La decisión de identificar qué datos son los necesarios y en consecuencia elaborar estrategias de búsqueda de la información y saber hacerlo en la maraña entrelazada de recursos existentes en Internet; analizar, discriminar y seleccionar los documentos, webs o ficheros encontrados; reelebarar toda la información disponible construyendo un ensayo o trabajo personal; redactarlo y darle formato bien textual, gráfico o multimedia; y finalmente difundirlo sea mediante una página web, una presentación multimedia, un blog o un poster, son competencias y habilidades de uso inteligente de la información necesarias e imprescindibles para que el alumnado actual pueda desenvolverse como un ciudadano autónomo y crítico en la era de la cultura digital.