Hoy, más que nunca, la educación es una condición imprescindible para el desarrollo igualitario, armónico y sostenible de la sociedad del siglo XXI. Sin educación no habrá ciudadanía culta, responsable y solidaria. Sin una educación adecuada los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos no podrán adquirir las competencias, los conocimientos y las actitudes necesarias para que, entre todos, construyamos una civilización basada en un conjunto de valores como son el respeto, la tolerancia, la solidaridad y el desarrollo sostenible tanto con los otros humanos como con el medio ambiente.
Este es un tiempo de transición de una época que está acabando y otra que está emergiendo. Por ello, debemos detenernos a pensar sobre el sentido y el valor que tiene la educación en estos tiempos de acelerados cambios socioculturales provocados, entre otras causas, por el impacto transformador de las tecnologías digitales en el contexto de una sociedad de mercado que funciona a nivel planetario. Por ello a continuación me gustaría compartir con ustedes algunas reflexiones sobre estos fenómenos.
La primera reflexión tiene que ver con el hecho de que en poco más de veinte años las tecnologías digitales se han convertido en omnipresentes en nuestra vida cotidiana, laboral y de ocio de un modo tan radical y profundo que podemos afirmar que el ecosistema mediático y comunicativo en el que vivimos es notoriamente distinto del que fue característico en el último cuarto del siglo XX. En este breve intervalo de tiempo hemos pasado de un modelo social donde los medios de comunicación de masas (el cine, la televisión, la prensa, …) eran hegemónicos y controlaban los discursos informativos que llegaban a todos los ciudadanos a otro modelo de producción y difusión de la información caracterizado por la multivariedad de procesos comunicativos personalizados mediante herramientas como Internet, PDA, email, telefonía móvil, GPS, MP3, web 2.0, televisión digital, ebooks, … las cuales no tienen ni siquiera una década de existencia.
De forma paralela estamos asistiendo a un creciente desarrollo de experiencias pedagógicas, apoyadas en mayor o menor medida, en los recursos de Internet (WWW, e-mail, foros, chat, videoconferencia, blogs, wikis, redes sociales, etc.) que abarcan desde la utilización de estos recursos telemáticos en los contextos de un aula ordinaria hasta acciones formativas completamente desarrolladas a distancia mediadas a través de redes telemáticas de ordenadores. En el ámbito escolar, en la enseñanza universitaria, en la educación a distancia, en la formación ocupacional o en la educación de adultos empieza a ser habitual encontrar experiencias educativas apoyadas en la utilización de campus virtuales, de plataformas de teleformación, de cursos on line, de pizarras interactivas o de materiales didácticos multimedia. Y es previsible que las mismas no sólo se consoliden, sino que se expandan con mayor fuerza y alcancen una presencia que todavía no podemos prever con certeza. Estas tecnologías ya han penetrado en el sistema educativo y es indudable que ya no lo abandonarán.
Una segunda reflexión es que la socialización en una sociedad multimediática requiere ciudadanos formándose permanentemente a lo largo de la vida. La cultura del siglo XXI es multimediática y multimodal, es decir, construida a través de múltiples y variadas formas simbólicas y difundida mediante tecnologías diversas. La producción y difusión de mensajes además de los códigos y formatos tradicionales – como el texto impreso, la fotografía o la imagen audiovisual grabada en cintas o transmitida por ondas- ha adoptado nuevos soportes y sistemas de almacenamiento, organización y distribución. Lo característico de los productos culturales de este nuevo siglo es que éstos están digitalizados y adoptan el formato de datos binarios que fácilmente pueden ser guardados, manipulados y difundidos a través de redes telemáticas. La cultura escrita y audiovisual se ha independizado del soporte físico (es decir, no necesita transformarse en un objeto de átomos como puede ser un libro, un cassette o una cinta de video), y en consecuencia, se puede replicar y distribuir sin dificultades ni grandes costes económicos.
Asimismo, la digitalización de la información está permitiendo crear nuevas formas de codificación, representación y construcción de la cultura. Conceptos tales como los hipertextos, los hipermedia, la realidad virtual, las representaciones tridimensionales, los repositorios de archivos, los RSS, la inteligencia artificial, o la inteligencia colectiva… han emergido con fuerza para designar las cambios que genera la tecnología en el modo de entender y relacionarnos con la producción de información y de cultura.
Una tercera reflexión tiene que ver con el fenómeno de que la cultura del siglo XXI es intangible, inaprensible, variable, intercambiable, interactiva, de consumo inmediato, en permanente transformación. Frente a la solidez de las certezas de la cultura decimonónica -vehiculada a través de soportes físicos estables como el papel- el presente digital nos ha traído un tiempo de relativismo y mutabilidad del conocimiento, de modas efímeras de las ideas, valores y costumbres, de cambio permanente, de permisividad de las diferencias, de incertidumbre sobre el futuro mediato. En definitiva, todo es más complejo, multivariado y multimodal. Es decir, nos podemos comunicar con otros humanos a través de mil formas y artilugios (móviles, email, foros, chats, redes sociales, PDAs, …) y podemos recrear y presentar la información mediante textos, imágenes fijas, imágenes en movimiento, sonidos, avatares, animaciones, espacios tridimensionales, hipertextos, etc.
Las experiencias que obtenemos de la realidad empírica tienden a solaparse y mezclarse con las experiencias que obtenemos en los espacios virtuales o ciberespacios. Por ello los ciudadanos del siglo XXI de las sociedades avanzadas y de cultura urbana vivimos simultáneamente en dos escenarios para la interacción social y cultural. El representado por nuestra realidad material, física y sensorial, y el escenario de las experiencias virtuales proporcionado por las variadas y múltiples tecnologías digitales que nos rodean (Internet, telefonía móvil, videojuegos, DVDs, Televisión digital, etc.). En este sentido, las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) han alcanzado tal grado de penetración y omnipresencia en nuestra vida que sin ellas carecemos de identidad y presencia social. Tenemos una identidad reconocible y bien definida en la vida real, pero nuestra identidad como sujeto será incompleta si carecemos de visibilidad en los mundos de comunicación virtuales. Hoy en día, el joven o el profesional que no tiene un espacio propio y reconocible en Internet -sea en formato blog, de sitimoweb, de cuenta en una red social, en una lista de distribución de correo electrónico, …- no existe en el ciberespacio y, en consecuencia, está aislado y sin identidad en el ecosistema de comunicación digital.
Por esta razón las TIC no sólo son hemos de definirlas como herramientas o artefactos a través de los cuáles ejecutamos distintas tareas o acciones como puede ser buscar información, redactar un texto, almacenar datos, elaborar una presentación multimedia, oír música o ver una película, sino también como un espacio para la comunicación e interacción con otros individuos y grupos sociales. Las TIC son, en este sentido, uno de los principales escenarios de la socialización de un sujeto del siglo XXI.
La cuarta reflexión apunta a que la tecnología en general, pero específicamente la tecnología digital para la información y comunicación, así como la cultura que le rodea, no está al alcance de todos. No se ha democratizado en el sentido de ser accesible para todos los individuos, lo cual provoca que la sociedad se divida entre grupos e individuos “conectados” y partícipes de los beneficios de la tecnología y aquellos otros colectivos sociales excluidos del avance y progreso de la sociedad informacional. Esta exclusión e incapacidad de acceso a la tecnología y cultura digital está condicionada tanto por factores de naturaleza socioeconómica como cultural y educativa. Este tipo específico de exclusión es un fenómeno que suele recibir el nombre de “brecha o división digital”, y que está estrechamente vinculado con un fenómeno educativo de primer orden como es el del analfabetismo. ¿Es imaginable el desarrollo comunitario de las sociedades urbanas sin el uso de las tecnologías digitales? ¿Es posible la participación democrática sin que exista un acceso igualitario a la tecnología por parte de la inmensa mayoría de los ciudadanos? ¿Qué conocimientos y valores debieran estar vinculados con el uso de las tecnologías?
El acceso a la tecnología por parte de los individuos y grupos sociales sin la formación adecuada llevará a usos mecánicos o carentes de relevancia cultural, lo que provocará que los mismos sean más vulnerables a la dependencia tecnológica. Sin conocimiento adecuado el sujeto no desarrollará una apropiación significativa y valiosa de las herramientas digitales estando, en consecuencia, supeditado a ser manipulado por intereses ajenos a sus necesidades. El individuo que maneja distintas herramientas digitales, pero sin la suficiente capacidad crítica tenderá a realizar un uso consumista y seguramente sea un sujeto alienado y dependiente de la tecnología. Son las personas y no la tecnología quienes orientan y deciden el uso social de la misma por lo que la educación, o si se prefiere, la formación tiene un peso muy relevante en la configuración de las prácticas sociales. Sin educación no habrá cultura democrática en las prácticas colectivas de uso de la tecnología.
NOTA: Este texto es parte del “Prólogo” que he escrito para el libro coordinado por el prof. Victor Amar de la Universidad de Cádiz titulado Educación: Ideología, Cultura y Contextos y que será publicado próximamente.
Excelente artículo Manuel, es de agradecer que profesionales de la educación sean tan conscientes de las necesidades que nuestra sociedad empieza a tener, y aporten ideas para adaptarnos y solucionarlas.
En breve escribiremos un artículo resumiendo nuestra experiencia en EducaRed, y si no te importa usaré una frase de tu artículo que resume perfectamente la situación.
«Las TIC son, en este sentido, uno de los principales escenarios de la socialización de un sujeto del siglo XXI.»
Un saludo
http://www.quecole.com
Muy interesante artículo Manuel y, de hecho la tecnología ha ingresado o esta en pleno proceso de ingreso a las aulas. En mi País se ha adoptado el Proyecto OLPC (aprendizajes 1:1,un computador por alumno), hasta la actualidad se han repartido 150000 computadores personales a alumnos de educación básica y se ha proyectado repartir 250000 más el próximo año. Yo estoy llevando adelante un estudio en el tema, por lo que te pido por favor tu opinión sobre éste proyecto según tú crees que es la solución para mejorar la educación de los escolares menos atendidos.
Las TIC en las aulas son ya una realidad. Yo estoy contentísima porque en mi comunidad, Castilla y León, nos han enviado a cada una de las clases de 5º y 6º de Primaria una PDI. Voy a comenzar el 2º trimestre con una gran ilusión; poder impartir mis clases con estos medios no tiene nada que ver a como lo estoy haciendo ahora.
La interactividad, la escritura digital, las simulaciones como ayuda a mis explicaciones… me van a facilitar mi tarea educativa.
Creo que hay que ser optimista con el uso de estos medios, pero a la vez educar de que no toda la información de la red es válida.
Nuestra tarea como educadores debe adaptarse a la nueva realidad digital.
Saludos
Vivo en la ciudad de México, aquí cada vez hay más acceso a la tecnología.
En el sistema de bachillerato donde laboro, existen aulas
digitales con 25 máquinas cada una. Creo que es muy importante concientizar a los estudiantes, maestros y padres de familia para hacer uso de la tecnología, de forma que sea útil en sus estudios y en su trabajo. Además se pueda intercambiar conocimientos con estudiantes de otros países
Desgraciadamente todavía existen zonas rurales donde el acceso a Internet no es posible o no haya quien se los enseñe. Es ahí donde tenemos que buscar las formas para acercarles las herramientas tecnológicas y que hagan uso de ella.
Es muy importante que nuestros estudiantes desarrollen las competencias en el uso de la tecnología, ya que sólo así podrán encontrarle sentido y aplicación en las diferentes áreas del saber.