Supongo que muchos de Uds. ya conocen, o han visto en distintas web, el anagrama de Creative Commons. Es una propuesta de lo que se conoce como «copyleft» que, como pueden imaginarse, es la alternativa orogesista de «copyright». Este último concepto ha sido el que en el último siglo se haya expandido toda un entramado industrial sobre la producción cultural. Las obras cinematográficas, los libros, la música, …, cualquier creación artística ha estado bajo el control de los denominados «derechos de autor» que significaban que había que pagar por acceder a la obra creativa. Realmente los que más se han aprovechado y enriquecido con el «copyriht» no han sido los autores, sino las empresas que comercializan la obra.
Frente a ello, distintos colectivos y expertos están propiciando el concepto de «copyleft«que según la Wikipedia significa «garantizar así una mayor libertad para que cada persona receptora de una copia, o una versión derivada de un trabajo, pueda, a su vez, usar, modificar y redistribuir tanto el propio trabajo como las versiones derivadas del mismo». Esto no significa que cada usuario pueda hacer plagio de la obra de otro autor, sino que el autor permite a otros, sin necesidad de transacción comercial, utilizar su obra, respetando lógicamente los derechos de autoría de la misma.
Uno de los símbolos o propuestas de copyleft más exitosas es lo que se conoce como CREATIVE COMMONS que fue creado por Lawrence Lessig catedrático de la Universidad de Stanford especializado en «derecho informático». Hace varios meses atrás tuve oportunidad de leer un libro suyo traducido al español en el que ofrecía los argumentos legales para justificar el copyleft y cuestionar las limitaciones e imposiciones comerciales del copyrith. Fue un texto que me atrajo y me abrió nuevas luces sobre esta cuestión. Lo descubrí casualmente en Valencia en una de esas librerías pequeñas y alternativas que hay en la parte antigua de la ciudad cerca de la Catedral. El libro se llama Por una cultura libre. Y lleva por subtítulo «Cómo los grandes grupos de comunicación utilizan la tecnología y la ley para clausurar la cultura y controlar la creatividad». Está publicado en formato libro impreso por una editorial de Madrid llamada Traficantes de Sueños -nombre curioso y atractivo para una editora de libros- . En formato digital podeis acceder al libro aquí.
El asunto es que esta semana me he tropezado en el periódico EL PAÍS con una entrevista extensa a Lawrence Lessig, y por ello quisiera compartirla con Uds. La misma está disponible en la dirección http://www.elpais.com/articulo/cultura/ley/nueva/creatividad/elpepucul/20070606elpepicul_1/Tes, pero os la ofrezco a continuación por si no teneis acceso a la misma
ENTREVISTA: Lawrence Lessig Fundador de Creative Commons
«La ley está en contra de la nueva creatividad»
PATRICIA F. DE LIS – Madrid – 06/06/2007
Las leyes que han protegido la creación cultural en los últimos cien años no sirven en la sociedad digital. Es lo que defiende Lawrence Lessig, catedrático de Derecho en Stanford y fundador de Creative Commons, la alternativa más extendida al copyright. En la era YouTube, en que las herramientas creativas están en manos de millones de personas, Lessig defiende las licencias copyleft, en las que el autor decide qué derechos ejerce y qué libertades otorga a sus usuarios.
La respuesta de Lessig es Creative Commons, un conjunto de licencias flexibles que otorgan al autor la capacidad de decidir qué derechos y libertades acompañan su obra. Lessig (Rapid City, 1961) pasó la semana pasada por Sevilla, invitado por la Fundación Telefónica, para participar en el seminario Creatividad e innovación en la cultura digital.
Pregunta. ¿Por qué creó Creative Commons?Respuesta. Para entender lo que es Creative Commons [CC], hay que entender el problema que trata de resolver. Las leyes del copyright regulan las copias de las obras pero, en el mundo digital, cada uso individual de cualquier obra crea una copia. Eso significa que, en principio, tienes que tener una licencia para cada uso, aunque seas un niño que utiliza imágenes de Disney para un proyecto del colegio. Sin embargo, muchos creadores no quieren que el control de su obra esté tan restringido; prefieren que la gente haga cosas con su trabajo, que lo copie, que lo comparta, que realice proyectos. Las restricciones del copyright no tienen sentido en este contexto. Es una tragedia que hayamos creado un régimen que concibe la creatividad de millones como ilegal. Y es importante tener este debate.
P. ¿Por qué?
R. Porque la tecnología está cambiando la relación de la gente con la cultura. Hacer un disco o una película estaba reservado a un pequeño grupo de gente, y muchas formas de expresión cultural han acabado siendo desechadas. Lo que las tecnologías digitales han conseguido es que, de nuevo, un montón de gente pueda participar en esta creación cultural. Y en lugar de impulsarlo, la ley está en contra de esta nueva creatividad.
P. ¿Puede haber creación sin industria?
R. No. Y ésta es una de las razones por las que pienso que el copyright es esencial, incluso en la era digital. Nada de lo que hacemos intenta negar la importancia de la industria, pero el modelo de industria tradicional que fue desarrollado en el siglo XX no tiene sentido en el XXI. No es un debate a favor o en contra de la propiedad, es un debate sobre cuál es el régimen que permite a la mayor cantidad de gente posible ser creativa, mientras se protegen los necesarios incentivos comerciales de la industria. Lo que hay que pensar es si el modelo de protección de las obras de Madonna es el que tiene sentido para todas las formas de creatividad del mundo. Es un modelo muy particular desarrollado en un momento muy particular, con un determinado tipo de tecnología. La idea de que debe haber un solo modelo para todos los tipos de creatividad es ridícula. Y CC no es una manera de impedir que la gente explote sus obras; es una manera de ayudar a los autores a decidir cómo hacerlo.
P. Usted menciona en su libro Cultura libre que el problema es que hemos dejado que los más amenazados por este cambio sean los que han desarrollado las leyes.
R. Así es. Uno de los mayores problemas de este tema es la corrupción del sistema, no en el sentido político, sino por el hecho de que la industria cultural ha tenido mucho éxito en crear lobbies.
P. ¿Qué piensa del intercambio de obras creativas por Internet?
R. Espero que la gente no use las redes P2P [de intercambio] para violar el copyright de otros. Lo digo porque no creo que se deban violar los derechos de nadie pero, además, porque esa actividad es la gran excusa que tiene el otro lado para decir «debemos controlar Internet», haciendo que sea más difícil para nosotros centrar la atención en la actividad creativa, que no debería estar limitada por el copyright. Pero no importa lo que haga la industria. Puede poner barreras técnicas o denuncias, pero no va a detener el intercambio de archivos. ¿Y ha servido para algo esta guerra? Los niños son criminales y los artistas no ganan dinero.
P. En España hay una polémica, la imposición de un canon en cada dispositivo digital susceptible de contener obras creativas, incluidas cámaras fotográficas. ¿Qué opina?
R. No conozco las particularidades de la propuesta española, pero lo que no entiendo del sistema europeo es que aúna lo peor de dos mundos: el sistema americano no impone tasas sobre ningún dispositivo, pero sí intenta controlar las copias, y el europeo puro impone tasas a la tecnología, pero te deja libertad para copiar. Eso significa que si compras un reproductor eres libre de llenarlo con la música que quieras, porque ya pagas. Europa no se decanta por ninguno de estos sistemas: tiene los dos. Tiene el impuesto, pero también las restricciones. Deberías pagar por el copyright una vez, y si pagas un impuesto por los dispositivos, entonces deberías ser libre de hacer copias.
P. ¿Qué le diría a los autores españoles que creen que no hay nada más que el copyright frente a la copia desenfrenada de Internet?
R. Deberían saber que el modo en que están protegidos depende de tecnologías y modelos de negocio del pasado. Por ejemplo, el editor de mi libro Cultura libre pensó que debía estar gratis en la Red. ¿Por qué tiene sentido? Bueno, no es un libro corto, así que el coste de imprimirlo es mayor que el de comprarlo, y el editor pensó que, si lo ponía en la Red, mucha más gente lo conocería y lo compraría. Y el editor no quiere perder dinero. Intenta hacer más.
P. ¿Y funcionó en su caso? ¿Hizo dinero con su libro?
R. Bueno, hice tanto dinero como me prometieron. Y el libro ha sido descargado más de medio millón de veces. Eso es extraordinario para un académico [se ríe].
Encontré su resumen y el vínculo a la entrevista muy interesantes… gracias..